dimecres, 26 de desembre del 2007

SOBRE EL YANTAR Y EL PIMPLAR


No es que no me guste la navidad, es que me da más trabajo que otras épocas del año, debe ser por aquello que todo el mundo se acuerda de visitarte. Cada año me repito hasta la saciedad que el próximo no volveré a caer, pero recaigo sin remedio. Cocino para todo el mundo, hay quien se trae el "tuper" para llevarse lo que quede, si es que queda algo. Y la culpa de este desenfreno culinario es mi ego. Me encanta el "ummmmmm" de los comensales cuando están yantando, a veces ni como, sólo miro y sonrío y vuelvo a servir cuando están casi terminando el plato "quieres un poquito más?". Intento sorprender con algún nuevo platillo, y no nuevo por novedoso si no por innovador en los paladares que me acompañan y en mi mesa, casi siempre originario de alguna cocina maestra, con algún toque propio, por aquello de personalizar el plato. Ver como se termina el pan pq están rebañando. Los comentarios sobre mis virtudes culinarias y sobre mis secretos aderezos que jamás comparto (siempre viene a mi mente la frase del libro de Laura Esquivel "el secreto está en hacerlo con mucho amor"). Después de esta frase salta el graciosillo que cada año explica el mismo chiste:
-Cariño, dime algo con amor...
- ¡Amorfa!
Yo amenazo con no volver a compartir mesa con semejante individuo, y empiezan las risas otra vez. Intento estar acertada con el vino,casi siempre rioja y casi siempre tinto, a excepción de alguna vez que me rindo a los encantos del Chablis. Si no, un buen cava, muy frío, con pelaje fino y duradero, pq es ahí donde radica el sabor y el aroma.
Por suerte, siempre hay voluntarios y voluntarias para el tema del fregoteo, que en mi casa aun se hace a la antigua usanza, es decir, a mano.
El resumen es uno, me gusta cocinar, después me pasa factura a modo de dolorcillo de espalda o alguna molestia articular, excusa fantástica para volver a pedir hora a Narcís and Narcís, mis siempre queridos fisio .
La cocina me relaja y me fascina, más dsd que descubrí que se puede incluir entre las artes del flirteo y el cortejo. Al principio crees que no es más que un tópico, pero terminas por descubrir que, sin recurrir a la sofisticación, puedes transformar en afrodisíaco hasta un plato de callos. Pero eso lo dejo para otro post, que pasan de la 1 de la madrugada y estoy en el trabajo.
Felices y sabrosas fiestas a quien pase por este mi humilde blog :)

9 comentaris:

Despistado ha dit...

Siempre me ha gustado la cocina porque alrededor de los fogones se fragua muchas veces el amor y la unidad familiar.
En ocasiones, como ocurre en navidad, son tantas las celebraciones, las reuniones y los platos a elaborar que podemos sentirnos agobiados, pero siempre es gratificante, como bien dices, observar la satisfacción de nuestros invitados.
Creo que el amor en la cocina tiene dos direcciones: el que el cocinero pone en la elaboración de sus platos y el de los comensales hacia el cocinero cuando prueban sus guisos. Y de esta simbiosis nace la buena cocina. Un buen plato no es nada si no hay alguien para poder saborearlo, disfrutarlo y, a veces, criticarlo.
Besos y felices días cocinando; el esfuerzo siempre merece la pena.

neralo ha dit...

jajajjaja. Me he reído mucho con este post, sobre todo con lo del "pelaje fino" del cava. No sé, se me ha venido a la mente otro tipo de "pelaje" a veces no tan fino...ya paro. La comida es una necesidad, pero si se realiza con esmero es un gozo y si se come en la compañía adecuada es un verdadero placer. Y en estas fechas comer en compañía de los tuyos (aunque siempre falte alguien, por desgracia) es mayor placer aún. Me has abierto el apetito: voy a abrirme una bolsa de churrucas.

Fernanda Irene ha dit...

Oye, vecina, que me ha encantado estar en el limbo. Y que sepas que voy a seguir entrando, entre otras cosas, para aprender esa receta de callos afrodisíacos (la curiosidad me está matando) No te imaginas lo que imagino. Música suave, luz de velas, fragancia de rosas y jazmines, mesa para dos, vestido sugerente, medias de seda... y una olla de callos que no se la salta un galgo!!! A mi no me cuadra :D

Un beso, simpática.

Irene

jorge ha dit...

me gusta este escrito, me gusta la buena comida y el buen vino, y cocino para mi.
No disfruto como tu cocinando, aunque me gustaria.
Las comidas son mejores si se comparten. (Quizas por eso no me gusta cocinar, lo hago para mi solo).
Me gusta tu planteamiento. Cocinar pensando para quien, esperar su reaccion, disfrutarla.
Espero el post de los afrodisiacos
¿A la una, y en el trabajo?
beso

PARANOICO ILUSIONISTA ha dit...

Pero que daría yo para que me preparan cualquier plato con esa dedicación y sentimiento?
Que envidia termina de entrarme, no sabré soportarlo.
Besos

SHE ha dit...

Muriel, que me indentifico absolutamente con tus sentimientos al escribir este post, a mi me
encanta cocinar, y tambièn me esmero, mis actividades no me permiten hacer elaborados guisos, pero cuando tengo tiempo mmmmmmmmmmm que se agarren!

me gusta la sensaciòn de venir a tu casa "la misma que me diò al leerte por primera vez... estoy en un rato de tour, que bueno que vine!

Sol ha dit...

Ahhh... como mi madre! Le encanta cocinar también, se ofrece a cocinar siempre todo y al final termina con dolores de espalda y quejándose por todo el trabajo que es. Pero... le dijimos que no cocine, que compramos comida pero dale que quiere hacerlo ello. Creo que es adicción a los 'uuuuummmmmmm...' de los demás. :)

Anònim ha dit...

Me ha entrado un hambre horrible después de leerte, que pena que internet sea tan primario y no nos puedas mandar un poco de esas recetas milagrosas que preparas y describes.

Muriel ha dit...

Por suerte, aun no llegan los platillos de un lado al otro de la pantalla, lo suyo es compartir mesa y sobremesa, es la parte más humana del comer.